sábado, 11 de diciembre de 2010

Cuestionario y Trabajo de investigación


El uso público del exilio en la España democrática:

FUENTES Prensa, Libros, Televisión, Vídeos


El País Hemeroteca

La Vanguardia Hemeroteca


Televisión Española


Canal UNED

http://www.canaluned.com/index.html#tellive=TA_CUR0001

http://www.canaluned.com/index.html#tellive=TA_CUR0001h

http://www.cemeuned.org/muestra-de-audiovisuales-primer-encuentro-uned-unam-migracion
es


Google:

Web español (Voz "exilio español", 69.700 resultados)
Vídeos ("exilio español" 59 resultados, http://www.google.es/#q=%22exilio+espa%C3%B1ol%22&hl=es&tbs=vid:1&ei=_70ZTa6wMsvIswbXpojYDA&start=20&sa=N&fp=fa002c5198acbaf4, )
Libros ("exilio español", 16.400 resultados)

Biblioteca Nacional. Catálogo (www.bne.es)


Youtube vídeos


Páginas web instituciones:

Historia del Presente; www.historiadelpresente.blogspot.com
CIHDE; www.cihde.es
Instituto Juan March;
AEMIC,
Cátedra del Exilio,
UNAM;
El Colegio de México;
Asociación de Descendientes del Exilio;
Fundación Pablo Iglesias; ...





EL USO PÚBLICO DEL EXILIO EN LA ESPAÑA ACTUAL, (en Abdón Mateos, Historia del antifranquismo. Historia, interpretación y uso público, Barcelona, Flor del Viento, 2011)

“Me siento responsable de no haber suscitado un debate sobre nuestro pasado histórico, el franquismo y la guerra civil, en el momento en que probablemente era más oportuno (…) no hubo, no ya exaltación, ni siquiera reconocimiento, de las víctimas del franquismo, y por eso hoy me siento responsable de parte de la pérdida de nuestra memoria histórica”.[1]

Felipe González (2001)

El argumento central de este capítulo final sobre el uso público[2] del antifranquismo después de Franco, se puede resumir en la afirmación de que el exilio se ha convertido desde, al menos, los años noventa en una verdadera cuestión de Estado, en referencia central de cultura política de España democrática, mucho más que la voz antifranquismo.

En otros países como, por ejemplo, Italia, a pesar del predominio político de la Democracia Cristiana o del Polo de la Libertad, el componente de liberación nacional que tuvo el antifascismo, hegemonizado por el PCI, permitió, hasta los años noventa del siglo XX al menos, que tuviera un peso más decisivo en la conciencia histórica de la república italiana.[3]

En efecto, esta reciente transformación de la conciencia histórica en España durante las dos últimas décadas no es casual, dado que la resistencia y actividad clandestina antifranquistas estuvieron asociadas a la hegemonía del comunismo español mientras que el exilio político tuvo como principal protagonista al partido socialista, tanto por su organización regular de masas, como por sus relaciones con otras fuerzas y su presencia internacional. Esa capacidad de denuncia exterior del franquismo fue uno de los mayores activos de la política del exilio.[4]

En este uso del exilio ha predominado, claro está, la recuperación de la obra de la élite intelectual, refugiada sobre todo en México, sobre otras dimensiones políticas más conflictivas, como pudo serlo la reivindicación de la legitimidad republicana. Además, el exilio de los años treinta se puede ver como una pérdida para España y como víctimas de la guerra civil y el franquismo. Incluso los tres exilios de los años treinta (1931, 1936 y 1939), representativos de las “tres Españas”, han permitido que la voz “exilio” se convierta en patrimonio común de los españoles o, como también se expresa, en memoria compartida de un nuevo patriotismo constitucional.


Me voy a detener, sobre todo, en la fase intermedia del uso público del exilio, entre 1993 y 2004, dada la importancia que el uso público del exilio adquirió a partir del cincuentenario de su inicio. Además, el hecho de que durante buena parte de esta década los sucesivos gobiernos carecieran de mayoría absoluta permitió otorgar un mayor peso reivindicativo del pasado a los partidos nacionalistas y los grupos minoritarios.


Respecto al período actual, abierto con los gobiernos de Rodríguez Zapatero, aunque sea todavía una historia inmediata, cabe señalar que las tímidas y simbólicas políticas de reparación contenidas en la Ley de diciembre de 2007, aprobadas sin el consenso de todos los grupos parlamentarios, han terminado amenazando la creación de una memoria compartida o cultura política común, debido a la polarización política sobre la significación de la guerra civil y del franquismo.

Sin embargo, tanto las instituciones privadas (por ejemplo, el Banco de Santander en el año 2006 con el patrocinio de la Cátedra del Exilio y en el 2010 con la firma de un convenio con la UNED para la creación de un Centro de Estudios sobre las Migraciones y los Exilios) como el Gobierno, a través del Ministerio de Cultura, han promovido la conmemoración oficial del septuagésimo aniversario del inicio del exilio.

(...)


“MEMORIA HISTÓRICA” Y REPARACIÓN DE LAS VÍCTIMAS DESDE 2004

La llegada al poder del PSOE en marzo de 2004, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, trajo consigo un compromiso con una política más activa de recuerdo del pasado republicano y antifranquista, así como de reparación moral y económica de las víctimas de la guerra civil y de los represaliados del franquismo. Enseguida, el Gobierno creó una comisión interministerial con presencia de políticos, juristas y destacados historiadores[1], así como un Centro Documental de la Memoria en Salamanca, que englobaba al Archivo General de la Guerra Civil. Del mismo modo, en Cataluña fueron creados una nueva institución denominada “Memorial Democrático” y un Museo del Exilio. Otros gobiernos autonómicos, como, por ejemplo, la Junta de Andalucía ha impulsado diversas iniciativas para el establecimiento de un mapa de las fosas con restos de las víctimas o apoyado la elaboración de un listado de semblanzas biográficas de los represaliados y exiliados denominado “Todos los nombres”.

Multitud de asociaciones civiles o fundaciones, en muchos casos de antiguos represaliados o exiliados, pero también de ciudadanos descendientes de víctimas o, incluso, de carácter académico, como la Asociación para el Estudio de las Migraciones y Exilios (AEMIC), con sedes sociales en la UNED y en la Fundación Primero de Mayo, han recibido ayudas del Ministerio de la Presidencia o de los gobiernos autonómicos para promover la reparación de las víctimas y de los represaliados. La confusión existente entre historia y memoria[2] ha supuesto que, en algunos casos, los historiadores pidan subvenciones desde la misma Universidad o desde asociaciones profesionales para promover el uso público del pasado más que el conocimiento histórico.

Es cierto que existe el deber de la divulgación histórica y que si esa función no lo realizan los historiadores se deja un campo abierto a la política y a otros profesionales. Sin embargo, no hay que confundir divulgación y recuperación histórica, que son expresiones de un uso público del pasado, en la medida que los historiadores lo realizan fuera del ámbito estrictamente académico, con el uso político del pasado.

En efecto, los historiadores pueden participar en un correcto uso del pasado de carácter divulgativo, mediante exposiciones o cursos de extensión universitaria, así como la recuperación de, por ejemplo, textos del exilio nunca publicados en España que realiza, por ejemplo, la Biblioteca de la Cátedra del Exilio en la editorial Fondo de Cultura Económica o la Biblioteca del Exilio de la editorial Renacimiento.

En cualquier caso, regresando al tema del uso público del exilio y del antifranquismo en la España bajo los gobiernos de Rodríguez Zapatero, cabe decir que el recuerdo y reparación de la guerra civil y de sus consecuencias ha oscurecido el valor positivo que para la construcción de una conciencia histórica democrática tendría el recuerdo de algunas de las personalidades del antifranquismo clandestino y exiliado (y de sus hombres de a pie), como ejemplo de compromiso ético para los ciudadanos actuales.

La justa reparación de las víctimas y represaliados del franquismo ha traído consigo, como efecto perverso, que el conocimiento y recuerdo de las vivencias del exilio y de la oposición democrática, tengan más dificultad para abrirse paso como elementos decisivos de una cultura política compartida de los españoles, al margen de sus ideologías.



[1] Véase el interesante balance desde dentro del historiador José ÁLVAREZ JUNCO, “La ley de víctimas de la guerra civil y del franquismo”, Historia Contemporánea, (UPV), 38, 2009/1.

[2] Véase la atinada reflexión de Juan Sisinio PÉREZ GARZÓN en Memoria histórica, Madrid, CSIC/Catarata, 2010.




[1] Felipe GONZÁLEZ y Juan Luis CEBRIÁN, El futuro no es lo que era. Una conversación, Madrid, Aguilar, 2001, p. 139.

[2] Para la noción de “uso del pasado”, véase, por ejemplo, Enzo TRAVERSO, Els usos del passat, Valencia, PUV, 2006. Siguiendo al filósofo de la Escuela de Frankfurt, Jürgen Habermas, considero que todas las referencias al pasado fuera del ámbito académico, incluso las realizadas por historiadores, se revelan como usos públicos del pasado. Dentro de estos “usos” se encuentra de forma principalísima, claro está, el uso político, a menudo denominado “políticas hacia el pasado”, “políticas de memoria” o “memoria histórica”.

[3] Véanse, por ejemplo, Sergio LUZZATTO, La crisi dell´antifascismo, Turín, Eunandi, 2004; y Alberto DE BERNARDI, Discurso sull´antifascismo, a cura di Andrea RAPINI, Roma, Mondadori, 2007. Un debate comparativo en María Elena CAVALLARO y Abdón MATEOS (eds.), “El uso público del antifascismo y del antifranquismo en Italia y España”, Historia del Presente, 15, 2009/1.

[4] Un ejemplo de balance general, referido sobre todo para México en la edad contemporánea, en Clara E. LIDA, Inmigración y exilio. Reflexiones sobre el caso español, México, El Colegio de México, 1997; y, más recientemente, de la misma autora, con ocasión del LII Aniversario del exilio, Caleidoscopio del exilio. Actores, memoria, identidades, México, El Colegio de México, 2009.




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